sábado, 12 de mayo de 2012

Entre estaciones vitales

Se deslizan rápido, demasiado rápido, por los pasadizos del metro. Nadie para nunca, son fantasmas del presente.
En uno de ellos, vacío, se escucha una pauta, un silencio lleno de musicalidad entre la ingente cantidad de ruido inútil. Son los acordes de una canción que escuchaba de pequeña. Me entran ganas de llorar. Despierta algo de mí, un pasado que no recuerdo. Son lágrimas de cariño no de temor ni de sufrimiento. El hombre sigue deslizando su boca por la armónica mientras sus dedos recorren las cuerdas de la guitarra Me pregunto qué le habrá llevado a tocar en el metro, quiero pensar que lo hace por gusto no por necesidad. Me agradece las monedas justo en un tiempo de silencio de la armónica, le sonrío, agradecida por su presencia, y doy media vuelta. Algo me oprime. Al girar una esquina, me apoyo en la pared aprovechando la soledad, aun sigo la melodía, las notas llegan deslizándose suavemente, cierro los ojos y las saboreo dejando que explote dentro de mí aquel sentimiento tan profundo.