sábado, 12 de mayo de 2012

Entre estaciones vitales

Se deslizan rápido, demasiado rápido, por los pasadizos del metro. Nadie para nunca, son fantasmas del presente.
En uno de ellos, vacío, se escucha una pauta, un silencio lleno de musicalidad entre la ingente cantidad de ruido inútil. Son los acordes de una canción que escuchaba de pequeña. Me entran ganas de llorar. Despierta algo de mí, un pasado que no recuerdo. Son lágrimas de cariño no de temor ni de sufrimiento. El hombre sigue deslizando su boca por la armónica mientras sus dedos recorren las cuerdas de la guitarra Me pregunto qué le habrá llevado a tocar en el metro, quiero pensar que lo hace por gusto no por necesidad. Me agradece las monedas justo en un tiempo de silencio de la armónica, le sonrío, agradecida por su presencia, y doy media vuelta. Algo me oprime. Al girar una esquina, me apoyo en la pared aprovechando la soledad, aun sigo la melodía, las notas llegan deslizándose suavemente, cierro los ojos y las saboreo dejando que explote dentro de mí aquel sentimiento tan profundo.

viernes, 10 de febrero de 2012

Inquietante personaje

Me pregunto cómo en algunas películas consiguen crear personajes que, por ejemplo, son caníbales pero que tienen algo que te seduce. El canibalismo debería asquearnos, sin embargo, el personaje te atrae y no por su físico precisamente. Entorno a él se crea un aura de extravagancia que mezclada con la aparición de una mujer con la que entabla una amistad debe hacerle parecer más humano. Miradas inquietantes y palabras profundas, la precisión al actuar.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Seleccionando motivos de queja

En un mundo dónde la gente de alrededor se queja por todo, de detalles que realmente son insignificantes, en un mundo en el que ves las noticias y en un lugar han muerto en un fin de semana 2000 personas más que en otro, me pregunto ¿cómo he de ser? ¿Por qué cosas puedo sentirme afortunada? ¿De qué puedo quejarme y de qué no?

Veo a mis primos infelices tras recibir 18 regalos por Navidad porque justo falta el que más deseaban. ¿Cómo se les puede mostrar a niños del "primer mundo" (nombre que detesto utilizar para referirme a la situación de los países) lo que realmente tienen? No puedes pasarles por las narices el estado de los niños en otras partes del mundo, niños que a sus edades ya trabajan y sus juguetes son un trapo y un cubo de fregar. Creo que los padres deberían hacer acuerdos con amigos y familiares para, no sé, en Navidad que cada niño reciba tres regalos en total; los valoraran más y se lo pasarán mejor.
Aunque claro, luego la cosa no es tan fácil. El niño, llega al cole tras las vacaciones de invierno y el primer amiguito con el que se encuentra le pregunta "¿Cuántos regalos te han traído los reyes?" y el responde contento "Tres", a lo que su amigo le responde hinchando el pecho cual palomo " A mí 18". Entonces tu pequeño empezará a preguntarse por qué, si él ha sido bueno, y si hubiera sido malo, los reyes se lo habrían hecho saber con una bolsita de carbón (sí, carbón, me gustaría saber qué minas regentan esos tres y a quiénes explotan en ellas, Papá Noel por lo menos muestra abiertamente, en los calendarios de adviento con chocolatinas, que explota a pequeños elfos vestidos con mayas a rayas rojas y blancas).
Por la tarde, al recogerle del primer día de cole, cabizbajo, el niño te cuenta que a su amigo le han traído 15 regalos más que a él. En ese momento es cuando se te cae el alma a los pies, te acuerdas de toda la familia del amigo, y piensas "Plan A, fallido. En verano vamos a África" y sobre todo te preguntas "¿¡Cuántos regalos le traerán los reyes el año que viene!?".
Lo más fácil sería que los niños nacieran con la personalidad ya arraigada (con buenos valores y tal (!)) y sin riesgos a ser manipulados mentalmente.

Creo que hay que aprender a seleccionar los motivos de queja; si nadie se quejara, nunca mejoraríamos en nada.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Diez segundos de omisión de lo estridente del mundo

Siempre ha estado ahí, desde hace años. Nunca he querido nada con él, ni, al parecer, él conmigo. Y tampoco hemos tenido una relación mucho más profunda que la de compañeros. Le admiro y tengo respeto hacia él. Pero no hay más.

Últimamente estamos más cerca, paso más de tiempo junto a él. Su presencia es única. Nadie antes me había mirado tan profundamente.
Esta mañana estábamos él, otro amigo y yo, de pie, junto a una ventana, hablábamos. Ha llegado un momento en el que no podía dejar de sostener su mirada, las palabras y los ruidos de alrededor han bajado de volumen, la luz de la fría mañana se ha vuelto cálida y mientras miraba los detalles de sus pupilas he podido sentir como él observaba lo más profundo de mí ser. También yo pude ver a través de sus ojos, me decían mil cosas, increíbles. Mil sentimientos y expresiones. Calor acogedor, seguridad, duda y miedo, alegría, conformismo y sueño, ganas de vivir lento y de saborear, de llenar lo insaciable. 
Entonces nuestro amigo rió por algo dicho; al apartar la mirada, me repuse y volví.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Ocultas tras un gorro con ojeras y dientes

Personas con un gran mundo interior que las hace increíbles. Por mucho que te empeñes seguro que no acabas conociendo ni la tercera parte de su forma de ser. A veces parecen extraños, como si no pertenecieran a la misma especie que tu, o como si se hubieran sumergido en su propio universo, un lugar muy lejano, y a la vez están a tu lado. Otras veces, cuando las observas con atención parece que intentan encajar y no desentonar diciendo banalidades y contando las cosas que se supone que cuentan las personas de su edad. Tal vez algunos los llamen raros. Yo creo que son persona excepcionales y realmente interesantes.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Nubes de azul

Tras todo lo que existe, al final solo hay mente. Toda tu vida se resume a lo que pasa por ella y, sobre todo, a cómo pasa, a cómo la dejas que pase.

De pequeña, cuando todos los niños coloreaban las nubes de azul y dejaban el cielo blanco yo me preguntaba por qué lo hacían si no era así. Un día, temprano, vi motas azules sobre un cielo rosa.
Tengo miedo de dejar de soñar con la edad y de no viajar durante lo que me quede por vivir, de quedarme donde estoy. 
Soy impulsiva, no para elegir sino para ser. 
Quiero seguir disfrutando con los detalles, que nunca se me pasen por alto. Salir de casa, por las mañanas, alzar la cabeza y respirar la primera bocanada de aire. Madurar y sentir que hago justo lo que tengo que hacer, para lo que estoy hecha.